sábado, 3 de noviembre de 2012


Valores venezolanos

 Teresa de la Parra:

El poder de la palabra

*    Vino al mundo en el siglo de la “influencia oculta de las mujeres en el Continente americano y de Simón Bolívar”

  *   Su gran frustración fue no haber escrito  "biografía íntima" de Simón Bolívar que evitara las facilidades de la novela histórica, que decía detestar.

Teresa de la Parra, nacida en Paris, en 1889, bajo el nombre de Ana Teresa Parra Sanojo, es considerada, una de las escritores venezolanos, mas importantes dela primera mitad del siglo XX.

Esta insigne, de las letras patrias, vio la aurora alborear, en la Ciudad Luz, el 5 de octubre a una década de finalizar el siglo XIX. Su padre, Rafael Parra Hernáiz, era cónsul de Venezuela en Berlín; su progenitora, Isabel Sanojo Ezpelosín de Parra, descendía de una aristocrática familia caraqueña.

Escribió en una oportunidad nuestra biografiada que "tanto mi madre como mi abuela pertenecían por su mentalidad y sus costumbres a los restos de la vieja sociedad colonial de Caracas".                                          

En su autobiografía, declaraba haber nacido en Venezuela, y aunque París dista nueve mil kilómetros de Caracas, apenas puede decirse que mintiera, ya que la infancia de Ana Teresa transcurrió cerca de la capital venezolana, en la hacienda familiar de Tazón. Poco después de morir su padre, en 1900, se trasladó con su madre y hermanos a España, y en 1902 ingresó en el valenciano internado del Colegio del Sagrado Corazón de Godella.

En 1910, los Parra Sanojo están de vuelta en Caracas. Viven en una casa de estilo colonial, situada entre las esquinas de Torre y Veroes. En las tertulias que allí se organizan, y en frecuentes reuniones que se dan en los cafés de la Caracas de principios del siglo XX, la joven escritora toma apuntes sobre los modismos del español caraqueño, de sus maneras, de sus variantes. Tiene una gran fascinación por el habla coloquial, pero, a diferencia de lo que estila el costumbrismo, reproducirla no será el fin de su obra, se trata sólo de un recurso para contar historias.

 La infancia de la escritora y su obra
Los años de su infancia y adolescencia, dejaron una profunda huella en la escritora: los recuerdos de Tazón darían vida a la hacienda Piedra Azul de las memorias de Mamá Blanca (1929), y el internado se convertiría en el marco formativo de María Eugenia Alonso, la heroína de Ifigenia.

La vida literaria de Teresa de la Parra presenta tres momentos claramente diferenciados. Sus primeras incursiones fueron unos breves cuentos, de tema fantasioso y tintes vagamente orientalizantes, y el Diario Apócrifo "de una caraqueña por el Lejano Oriente", publicado en la revista Actualidades, que dirigía el maestro de juventudes Rómulo Gallegos.

Otra obra que le valió en 1922 el premio literario de un diario de Ciudad Bolívar, El relato Mamá pasó luego a formar parte de una narración más extensa, como el Diario de una Señorita que se fastidiaba (matriz narrativa de Ifigenia) publicado ese mismo año en revista La lectura semanal, que dirigía por José Rafael Pocaterra. Posteriormente, Teresa de la Parra recordaría ese año de 1922 como el del inicio de su verdadera vocación de escritora.

Sus éxitos en Paris
Su vocación por las letras  dio sus frutos en París, ciudad donde fijó su residencia en 1923. Allí verían la luz sus dos novelas: en 1924 “Ifigenia”, traducida al francés por Francis Marmande y elogiada por Miguel de Unamuno y Juan Ramón Jiménez. En ella se narran las vicisitudes de la heredera de una familia acomodada caraqueña venida a menos y se explora, por primera vez en la narrativa venezolana, el mundo y la sensibilidad de una mujer. En la segunda, Las memorias de Mamá Blanca (1929), que escribe en un viaje a Suiza, hallamos una crónica familiar que rescata y recrea, con una sencillez que no elude la maestría narrativa, las voces y el habla venezolanas de su época, a la vez que evoca con lucidez un mundo para siempre perdido: el de la aristocracia criolla.

A los 32 años, en 1921, su nombre suena en todos los oídos de la comunidad literaria venezolana; no es para nadie sorpresa que, con motivo de la visita del príncipe de Borbón a Venezuela, se le asigne la tarea de escribir un discurso en respuesta al que ofrece doña Paz de Borbón en homenaje a las mujeres venezolanas. En esta ocasión recibe grandes elogios por la profundidad de su pensamiento y por su encanto prosístico. En 1923 se traslada a París. En 1924 publica bajo el seudónimo de Teresa de la Parra, su primera y más famosa novela “Ifigenia”, como ya citamos, con la que participa en un concurso literario en París, auspiciado por el Instituto Hispanoamericano de la Cultura Francesa, obteniendo el primer premio. La Casa Editora Franco-Ibero-Americana de París la premia con 10.000 francos y publica la obra en francés y en español. Tanto la suma como la doble publicación constituyen logros inusuales. Su fama crece hasta convertirse en una de las escritoras más destacadas de Latinoamérica y colocarse a un lado de la chilena Gabriela Mistral, con la que mantiene una estrecha amistad.

En los periódicos caraqueños reseñan su recibimiento masivo en La Habana, Nueva York y Bogotá. De esta última ciudad se menciona una recepción tan multitudinaria que la gente, agolpada por los andenes y aún sobre los vagones del tren, no la deja llegar a la puerta de la estación ferroviaria sino tras veinte minutos de esfuerzos para escapar de los efusivos saludos. En uno y otro lugar, dicta conferencias que hablan de la importancia de la mujer en la conquista, la colonia y la independencia de América.

Los años que van de 1928 a 1930 son de intensa actividad para la escritora; es invitada a Cuba para participar en el Congreso de Prensa Latina, el tema de su discurso fue "La Influencia Oculta de las Mujeres en la Independencia y en la vida de Bolívar"; pasa por Caracas y viaja a Múnich, en el marco de un festival literario dedicado a Wagner.

Esta segunda etapa, la de la asunción plena de su vocación, fue también la de su otra gran amistad, amorosa y sororal, con la escritora cubana Lidya Cabrera, a quien conoció en 1927 durante un viaje a Cuba en el que representó a Venezuela en la Conferencia Interamericana de Periodistas y disertó sobre "La influencia oculta de las mujeres en el Continente y en la vida de Bolívar".

En París llevó el género de vida que convenía a una señorita de la buena sociedad caraqueña: asistir a recepciones en embajadas y frecuentar a escritores hispanoamericanos. Inició entonces con el diplomático y escritor ecuatoriano Gonzalo Zaldumbide una amistad, amorosa primero, después entrañable y fraternal, que ha quedado documentada en un nutrido epistolario.

Su amiga cubana Lidya Cabrera la acompañó hasta el último momento durante su dolorosa peregrinación por sanatorios suizos y españoles, en busca de la imposible curación de su tuberculosis. La enfermedad, cuyos primeros síntomas se manifestaron en 1931, modificó de raíz su personalidad y su vida. Con respecto a su obra, sería más acertado decir que la enfermedad agravó cierto giro que la autora había comenzado a dar desde su ciclo de conferencias del año anterior. "Acomodar las palabras a la vida, renunciando a sí mismo, sin moda, sin pretensiones de éxito personales, es lo único que me atrae por el momento", escribía en 1930 al historiador venezolano Vicente Lecuna.

Surgió entonces el proyecto, que no alcanzó a realizar, de escribir una "biografía íntima" de Simón Bolívar que evitara las facilidades de la novela histórica, que Teresa decía detestar. Salvando las distancias entre autores tan disímiles, puede decirse que Teresa de la Parra fue la primera en concebir una idea que ejecutarían, en muy distintos registros, los colombianos Álvaro Mutis Jaramillo  en su cuento “El último rostro” y Gabriel García Márquez en “El general en su laberinto”.

Esta cultivadora de las letras venezolana, murió en Madrid, España, el 23 de abril de 1936, victima de la terrible enfermedad de aquella época, que la aquejaba.

* El autor de este Blogger, para la escritura del presente artículo,  utilizo la siguiente bibliografía: El Nacional-Funtrapet Rostros y personajes de Venezuela. Fascículo 16: Consolidar un Estado.  Bohórquez, Douglas (1997). Teresa de la Parra. Del diálogo de géneros y la melancolía. Monte Ávila Editores.  Biografía Y Vidas. Lemaitre, Louis Antoine (1987). Mujer Ingeniosa: Vida de Teresa de la Parra. Editorial La Muralla Parra, Teresa de la (1952). Ifigenia: Diario de una señorita que escribió Porque se fastidiaba. Casa Editorial Franco-Ibero-Americana. Parra, Teresa de la. (1996). Memorias De Mamá Blanca. Editorial Universidad De Costa Rica.

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