Domingo de psiquiatría,
con Ignacio Taboada
Los
cuidadores
de los enfermos demenciales
Dr. Ignacio Taboada |
Cualquier
persona que padezca una enfermedad demenciante es cada vez menos capaz de
asumir responsabilidad por su propia seguridad. No puede evaluar adecuadamente
las consecuencias de sus actos, como hacemos los demás, pues se olvida rápido y
así se producen accidentes.
En
quienes recién se inicia la enfermedad, la pérdida de las funciones mentales es
leve y las dificultades son pocas. En aquellos con enfermedades muy avanzadas
la necesidad de ayuda es mayor y mucho más cercana y disminuye el riesgo de accidentes.
Quizás
lo más difícil es darse cuenta que aquellos moderadamente afectados por la
enfermedad ya han perdido ciertas facultades, las han olvidado, y ello facilita
los accidentes. Puede ser que hayan olvidado como cortar la carne que está en
el plato o como abotonarse.
Las
dificultades o los accidentes son más frecuentes cuando tú, el cuidador, estás
cansado o dormido, cuando todos están apurados, cuando hay una discusión en
casa o hay otro enfermo más en el hogar. En esas circunstancias estás menos
alerta y el minusválido no te entiende o se asusta y reacciona exageradamente
con una conducta catastrófica.
Cuando
le estás apurando para llegar a tiempo a alguna parte o para terminar una
tarea, detente, respira profundo, espera un minuto y logra que el enfermo se
tranquilice.
Tú
hiciste algo inadecuado o brusco, rompiste un vaso o te aplastaste un dedo en
una puerta, y el enfermo se molestó. Es el momento exacto para lograr un tiempo
de paz y tranquilidad antes que se produzca un accidente por la relación
directa que existe entre los momentos de tensión y la aparición de las
complicaciones.
Asegúrate
de conocer muy bien el límite de las habilidades del minusválido. No te creas
lo que te dice, aunque lo jure. Puedes preguntarle al neurólogo que le
controla, al terapista ocupacional, si hay alguno que le atienda, o al menos
pon mucha atención cuando realiza tareas sencillas en el hogar.
Prepara
un plan de contingencia para cada posibilidad de accidente. ¿A dónde y a quién
vas a llamar? Anota los números de teléfono incluyendo los celulares.
Haz
el ambiente más seguro. Asesórate con personas especializadas. Recuerda siempre
que en una situación de emergencia el minusválido puede mal interpretar lo que
estás haciendo y oponerse a lo que deseas de esa persona.
Una casa ordenada es más segura
que una desordenada.
Hay
menos cosas con las que tropezarse. El exceso de adornos en los ambientes puede
confundir al minusválido.
Hay
objetos que definitivamente deben estar fuera de su alcance, como la plancha,
especialmente si ya alguna vez la dejó conectada y caliente. También los
llaveros que tienen las llaves para acceder a instrumentos, herramientas u
objetos peligrosos. Esos llaveros deben estar a su vez bajo llave. Nunca debe
haber un cable de extensión atravesado en el suelo pues puede tropezar o
enredarse.
El
lugar donde se guardan los medicamentos debe tener llave y estar siempre
cerrado. Un buen sitio es un archivador metálico con llave.
Mantén
la temperatura de tu calentador de agua lo suficientemente baja de modo que
nunca pueda quemar al minusválido si abre el grifo accidentalmente.
Las
personas con demencias no siempre pueden evaluar que el agua caliente los puede
quemar si se exponen un tiempo suficiente.
Si
en el lugar de residencia hay escaleras tienes que instalar “puertas” en lo
alto de las mismas para impedir que intente bajar sin ayuda, en especial
durante la noche. Vigila que los pasamanos estén asegurados en su sitio.
Elimina las alfombras resbaladizas.
El tema del próximo
domingo de nuestro columnista invitado será:
“Mecanismos del
dormir”
*El doctor Ignacio Taboada G., es médico
psiquiatra, egresado de la UCV y especializado en medicina del sueño, en Atlanta School of Sleep Medicine and
Technology”, de Estados Unidos de
América; es el columnista invitado de este Blogger.
Seguirme en Twitter: @100ciaypolitica
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