Jueves de economía,
con Boris Ackerman *
Los peores servicios del mundo
Dr. Boris Ackerman V. |
*_Debemos aumentar nuestros niveles de
exigencia y de reclamo, además de ser consumidores informados que comparan
precios y calidades.
*_Los venezolanos nos acostumbramos cada vez
más a la despectiva y humillante atención por parte de comerciantes, gerentes y
empresarios que representan a entidades tanto del sector público como del
privado.
Los
pésimos servicios, los productos de calidad inferior y garantías que al final
terminan siendo inejecutables son un lugar común en el país. El irrespeto a las
ofertas, las ofertas engañosas y la falta de palabra también inundan nuestra
realidad.
El
día de hoy queremos analizar el tema, tratar de explicarlo y finalmente
recomendar herramientas para que todos nos empecemos a defender de tanto abuso
que sin duda desmejora nuestra ya pobre calidad de vida y, por supuesto, nos
roba una parte del valor obtenido a cambio del enorme esfuerzo y sacrificio que
debemos hacer para obtener ingresos.
En
vez de limitarnos a la queja, queremos analizar qué es lo que está detrás del
mal cuidado en temas de calidad y de las aún peores características y garantías
de los bienes y servicios a los que tenemos acceso, cuando después de trabajar
arduamente alcanzamos a tener los recursos para adquirirlos. Es decir, queremos
hacer propuestas que nos ayuden a salir de tanto abuso e inmoralidad.
¿Por qué los servicios en
Venezuela son tan malos?
La
pésima atención y bajísima calidad de las actividades comerciales en el país
obedece en primer lugar a la falta de oferta y de competencia. Cuando los que
nos venden bienes y servicios son pocos, esos pocos escriben las reglas y no
solamente nos cobrarán caro, sino que su oferta siempre será de una calidad muy
inferior a lo que obtendríamos si existiese una verdadera competencia entre
proveedores de bienes y servicios.
Un
segundo elemento, además de la falta de competencia, es la falta de educación y
quizás la excesiva paciencia y comprensión por parte de los consumidores o
usuarios de servicios. La gente ni se queja ni protesta, pareciera que la
mayoría de las personas se resigna a la mala calidad.
La
tercera causa es la gran cantidad de requisitos e imposiciones a las que está
obligado el empresario. Las cientos de diligencias, permisos, requisitos,
solvencias y sanciones a las cuales está sometido lo distraen de su verdadera
responsabilidad que es la de proveer servicios de calidad.
Por
último y no menos importantes, es necesario hacer notar que la imposición de
regulaciones ha sido una constante en el país. Cuando los bienes y servicios
están regulados, se hace muy poco atractivo el entrar en un mercado a
ofrecerlos. Es así como las empresas que ya están imponen sus condiciones y los
potenciales nuevos competidores ni siquiera se atreven a entrar al mercado.
¿Existen islas de excelencia?
Indudablemente
hay lugares en donde la atención es mejor y hasta comparable con niveles
internacionales y lo único que caracteriza a esos establecimientos es que se
focalizan en el cliente. Las pocas empresas en las que priva la calidad del
servicio son entonces aquellas que no tienen esa absurda política de considerar
"usuarios" a las personas.
Un
cliente paga y, en consecuencia, sostiene a la empresa. En cambio, un usuario
simplemente consume, luego, el compromiso de calidad no es necesariamente el
mismo, pues en el primer caso se reconoce que la supervivencia de la actividad
depende de la satisfacción y el convencimiento de quienes entregan dinero a
cambio de productos o servicios.
En
el segundo caso, se puede hasta considerar que se les está haciendo un favor a
las personas que solicitan lo que la empresa ofrece.
¿Qué podemos hacer para mejorar
la situación?
Antes
que nada, el cambio debe empezar por nosotros mismos, debemos aumentar sin duda
nuestros niveles de exigencia y de reclamo. Es nuestro deber rechazar la mala
atención, quejarnos, exigir. En realidad, las quejas son un inmenso favor a
cualquier proveedor de bienes o servicios, pues le estamos dando pistas de cómo
pueden hacer mejor su trabajo y cautivarnos como clientes.
Nuestro
segundo deber es el de comparar precios, calidades y promociones y buscar
siempre las mejores ofertas, que no solamente se destacan por prometer todo más
barato, sino por brindar las mejores relaciones precio-calidad-servicios.
Es
decir, debemos convertirnos en consumidores altamente informados y no
limitarnos a lo que está disponible en nuestras zonas de residencia o centros
urbanos, sino que debemos ir más allá y utilizar información y herramientas
informáticas.
En
tercera instancia, es de singular importancia tomar un rol activo para
denunciar cualquier forma de abuso, ofertas engañosas, trampas y fraudes. Eso
implica acceder a las instituciones que hipotéticamente se encargan de defender
al consumidor, pero también quiere decir tomar una posición activa en las redes
sociales y utilizarlas para disuadir a otras personas como usted de caer en
cualquier tipo de estafas, malos servicios o maltratos.
Recuerde
que el dinero es suyo, por eso su deber es el de exigir como mínimo el valor de
lo que está pagando.
Finalmente,
estimado lector, nuestra recomendación es la de organizar asociaciones de
consumidores y exigir calidad, precios y buenos servicios. La unión hace la
fuerza y el quejarse y protestar contra los malos servicios en forma coordinada
es quizás la única manera de contravenir los abusos que vengan de entidades ya
sea del sector público o del privado.
La
modalidad de protesta extrema es claramente el boicot y existen negocios que
por su actitud y trato hacia la clientela podrían merecerlo. Tal quizás sea el
caso de la tienda Electro Mall en el CC Citimarket, tengo la referencia de que
el negocio presuntamente se negó a entregar una mercancía a un precio
previamente concertado y le cambió las condiciones a una clienta que de buena
fe ya había pagado por un producto (mini-laptop). Estas prácticas indican muy
poco respeto al consumidor.
Nuestra
lucha debe ser para que estas conductas desaparezcan y la única forma de
combatirlas es ejerciendo nuestro poder como consumidores, es decir, no
comprando.
*_El
doctor Ackerman, es profesor de pre y postgrado de las Universidades
"Simón Bolívar" y Católica "Andrés Bello", máster en
administración financiera del IESA y columnista el Diario "El Mundo,
Economía y Negocios".
Siguirme en Twitter: @100ciaypolitica
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