Valores venezolanos
Juan Antonio Pérez Bonalde
“De todos
los valores de su generación fue quien mejor enriqueció las letras patrias”, a juicio de Cesar Zumeta
J. A. Pérez Bonalde |
Juan Antonio Pérez Bonalde, fue fundamentalmente poeta. Tiene en su haber una producción
lírica impecable, de un castellano exquisito, que
hace olvidar la profunda
melancolía de sus versos.
El cabal
conocimiento que poseía de las lenguas extranjeras, muy especialmente del inglés
y del alemán, unido a su
fina sensibilidad
poética, le permitió realizar la traducción
al castellano de "El Cuervo", el famosísimo poema de Edgar Allan Poe y de "El Cancionero" de Henry Heine, en versiones que se han consideradas
perfectas y que han permitido al
lector del
idioma español conocer a esos dos
grandes poetas en toda su expresión creadora.
De su propia
producción, los dos poemas
más divulgados de Pérez Bonalde son "La Vuelta a la Patria", inspirado
en
el regreso al país después de muchos años de destierro y el titulado "Flor" que lo dedica a su hija, muerta prematuramente. En ambos
poemas se trasluce una constante tristeza
que
plena el temperamento
de Pérez Bonalde, uno
de los más talentosos e inspirados poetas que
ha
dado el país.
Según César Zumeta, Pérez Bonalde fue,
de todos los valores de su generación , quien "mejor enriqueció las letras patrias". La poesía
del
bardo
caraqueño recibió
también elogiosos comentarios
de notables figuras del
pensamiento universal, como José Martí, Juan
Valera y Menéndez Pelayo.
El exilio dominó
su vida
Pérez Bonalde, nació en Caracas el 30 de enero de 1846, hijo de Juan Antonio Pérez y Gregoria Bonalde. La violencia política de la época, obligó a la pequeña familia a buscar refugio en Puerto Rico. En esa Isla discurrió la infancia del vate. Tuvo buenos maestros, logrando gran cultura humanística y musical. Aprendió a tocar piano, interpretando a varios de los clásicos más conocidos.
Junto con su familia regresó a Venezuela en plena
juventud. Fundó periódicos de oposición en compañía de Nicanor Bolet Peraza. Era
la época en que gobernaba el General Antonio Guzmán Blanco, quien no obstante
su formación masónica, igual que la de Pérez Bonalde, no aguantó las
criticas de su hermano de Logia y como
todo autócrata para silenciarlo lo envió al exilio en a Nueva York. Para ganarse la vida trabajó
como agente vendedor de una firma comercial. El destierro enseñó al poeta la
importancia de aprender idiomas. No sólo estudió inglés, alemán, francés,
italiano y portugués, sino hasta sueco y holandés.
Fue un incansable viajero. Recorrió por casi toda
Europa y estuvo inclusive en las selvas del África. Dicen que en una partida de
casería en el continente negro, estuvo a punto de ser devorado por un león.
En sus andanzas por los Estados Unidos y Europa,
hizo amistad con grandes figuras intelectuales y con prestigiosos dirigentes de
la masonería. Fue amigo de Santiago Pérez Triana, Roberto de Narváez y del
héroe cubano José Martí.
En los Estados Unidos se casó y de esa unión tuvo
una hija, bautizada con el nombre de Flor, cuya muerte prematura le produjo
intenso dolor, escribiendo en su memoria el poema inolvidable que antes señalamos.
Este ilustre poeta ostento el Grado 18° dentro de la masonería
venezolana, donde desarrolló una gran labor cultural dentro las Logias. Es
citado en las publicaciones masónicas, como un liberal de fuerte sentimiento
nacionalista
La nostalgia de Venezuela, le hizo emprender el
regreso en 1890. Su vida estuvo llena de penalidades y desengaños. Falleció en
La Guaira el 4 de octubre de 1892, a la edad de 46 años.
El 3 de octubre de 1903
se trasladaron
los restos de Pérez Bonalde al Cementerio General del Sur,
en Caracas,
y el 30 de enero
de 1946
fueron
conducidos al Panteón Nacional. En la primera ocasión el discurso
de
orden
estuvo
a cargo del escritor
Manuel
Díaz
Rodríguez, y en la fecha centenaria del nacimiento
del autor
de "Vuelta a la Patria" el ilustre poeta
Andrés
Eloy Blanco leyó un emocionado discurso que él mismo tituló "El poeta
y el pueblo".
Un fragmento de su poema "Vuelta
a la Patria".
Tierra! grita
en la proa el navegante,
y confusa y distante
una línea indecisa
entre brumas y ondas se divisa.
Caracas allí está; sus techos rojos,
su blanca torre,
sus azules lomas
y su banda
de tímidas palomas
hacen nublar de lágrimas mis ojos!
Caracas allí está!
Vedla tendida
A las faldas del Avila empinado,
Odalisca rendida
a los pies del Sultán enamorado.
Bibliografía: Historia Grafica de Venezuela,
de José Rivas Rivas; Masones venezolanos y publicación digitan del Colegio Santo Tomas de Aquino
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