que Chávez haya sido reelecto
● El abogado Joaquín Chaffardet, en carta dirigida
a los venezolanos, destaca que resulta insólito que un país que día a día sufre
el crimen galopante, la ineficiencia de los servicios públicos, el engaño
permanente, el desabastecimiento de alimentos básicos, haya reelegido al
responsable de la debacle nacional. Eso sin tener en cuenta la destrucción de
las industrias básicas, de la agricultura, de la estatal petrolera, y de todo
el aparato productivo.
● Prefiero la dureza del exilio que la ignominia
de la sumisión a semejante cretino vegetativo.
A
continuación el texto de su carta:
Resulta
incomprensible que Chávez haya sido reelecto. Por lo menos 54% del país votaron
por mantener el status quo, y habrán otros cientos de miles que no se
molestaron en votar…
No obstante,
hay que sentir lástima por los que abiertamente sí votaron por Capriles
Radonski, muchos de los cuales no tienen la forma de salir del país a buscar
mejor vida.
Es
insólito que un país que día a día sufre el crimen galopante, la ineficiencia
de los servicios públicos, el engaño permanente, el desabastecimiento de
alimentos básicos, haya reelegido al responsable de la debacle nacional. Eso
sin tener en cuenta la destrucción de las industrias básicas, de la
agricultura, de PDVSA, y de todo el aparato productivo.
La
campaña de Capriles fue un sacrificio personal que no condujo a la victoria de
la luz sobre la oscuridad. No deseo para mis hijos ni para mi familia, la vida
en la oscuridad. El esfuerzo de Capriles ha sido loable.
Pero
si los venezolanos, mayoritariamente, prefirieron la oscuridad y el desastre
nacional. Allá ellos. Yo no los acompaño en ese deseo, ni me siento parte de
esos venezolanos. Por el contrario, me siento avergonzado por ellos, los
repudio. No puedo compartir sus anti-valores
ni sus decisiones. Me siento totalmente ajeno a esa Venezuela de la sumisión,
el militarismo, la corrupción, el jalabolismo, el conformismo y la limosna.
Serán
seis años más de atropellos, abusos, muertes y asalto al tesoro público por
parte de la boliburguesía. Serán seis años más de promesas y ofertas
incumplidas. Serán seis años más de
justicia corrompida. De atropello a los derechos humanos. De un gobierno
de ladrones. Serán seis años más de hambre y miseria. Serán muchos años más de
retroceso.
Pero
si eso es lo que los venezolanos quieren, lo que los venezolanos desean, que
así sea. Que lo sufran y bastante. Pero que no vengan luego a llorar las
consecuencias.
Los
pueblos a lo largo de la historia han mimado, consentido, elegido y reelegido a
dictadores y tiranos de toda ralea. Pueblos supuestamente cultos, como el
alemán eligieron a Hitler. Por eso, nada de extraño tiene que un pueblo no tan
culto ni desarrollado como el alemán quiera a un farsante como presidente por
veinte años.
Siempre
he sostenido y creído que Chávez representa el espíritu de buena parte de
nuestra población: abusador, irrespetuoso de la ley y el orden, chabacano,
vulgar, promotor de la irresponsabilidad social y de un simplismo primitivo en
sus razonamientos. Desgraciadamente son vicios comunes a la mayoría de los
venezolanos.
El
militarismo venezolano, en el sentido de admiración por los uniformados, es un
cáncer que acompaña a la sociedad venezolana gracias a Bolívar y a los
feligreses del enfermizo culto a su personalidad. Chávez ha sabido manipular
esa deformación de la cultura venezolana que lo llevó al poder.
Me
molesta mucho cuando oigo a Chávez y casi todos los políticos nuestros decir
que “somos los hijos de Bolívar”. Que vaina más cursi y ridícula. Yo no soy
hijo, ni sobrino, ni primo, ni un carajo de Bolívar. El primer narciso y
dictador producido por mi Caracas.
Me
mueve a risa cuando oigo a los dirigentes de nuestra sociedad hablar del
“espíritu democrático de los de los venezolanos” que no es sino un mito más. Y
recuerdo como la admiración por los dictadores de uniforme llevó a la enmienda
constitucional Nº1 para impedir la elección de Marcos Pérez Jiménez. Gruesos
sectores de la población admiraban y deseaban la vuelta del dictador en los
años setenta.
Los
bolburgueses como los Ruperti, los Salazar Carreño, las Rondón de Sansó, los
Víctor Vargas, los Diosdado, las Barbies de la robolución, etc., deben estar hoy felices. Brincando en una
pata. Las Barbies estarán dispuesta…. a revolcarse en una cama ante los Merentes, los Isea, los Ruperti, los Salazar, o Rafael Ramírez por
un puñado (grandote) de billetes. Lo que sea para continuar como voraces sanguijuelas saqueando a la Nación a
cuatro manos.
Los
apagones continuarán pero no importa. Los muertos en las calles de ciudades y
pueblos continuarán pero no importa, mientras no les toque a ellos, lo
importante es la dádiva miserable de la “misión” que al menos les da para la
cerveza o el negocio que los convierte en magnates. No importa que no haya
empleo, al fin y al cabo trabajar es una ladilla, trabajar es para los burros.
No importa que las calles, los puentes y las carreteras se caigan a pedazos, yo
no tengo carro dicen los pelabolas y los maganates dicen yo tengo mi Learjet o
mi Bombardier. ¡Que se j…. los que tienen
carro!
No
importan que el hampa, cabroneada por el gobierno, mate a 20,000 al año, lo que
me importa es que me den mi vainita cada semana mientras no me maten a mí,
dicen los pelabolas; y los magnates dicen: a mí no me preocupa porque tengo
camioneta blindada y 10 guardaespaldas.
No
importa que el gobierno no construya viviendas, yo me conformo con mi rancho.
No importa que no hagan escuelas porque por mandar a mis hijos a la escuela no
me dan un carajo. No me importa que Chávez regale los dineros de los
venezolanos a otras naciones porque en definitiva a mi no me tocaría nada de
ese billete.
Además,
el comandante-presidente-líder-de-la-robolución, no anda con mariqueras de que
si la constitución o las leyes, él es un arrecho, anda por la calle del medio.
¡Así, así, así es que se gobierna! El slogan político más apegado a la
mentalidad del venezolano.
Estimados
amigos, debo confesarles la verdad: nací en Venezuela, en una Venezuela y en
una familia que me decía que debía vivir con
dignidad. No escogí nacer en Venezuela. Pero me tocó semejante vaina. No
comparto los valores de una población que escoge para dirigir sus destinos a un
atorrante como Hugo Chávez.
Que le rinde culto a un adefesio moral
semejante. A mi edad, en exilio, no dispuesto a someterme a la prisión ordenada
por este hijo de p… y en cierto modo compartido por unos cuantos millones de
hijos de p… , lo más probable es que nunca más regrese a la que creí y amé como
mi patria. A la que le dedique lo que podía dedicarle.
Pero
la realidad me dice que me equivoqué. Por lo menos la mitad de los venezolanos
no merecen mi respeto ni compartir la misma nacionalidad conmigo. O ellos no
son venezolanos o yo no soy venezolano.
Pónganlo como quieran. No creo en reconciliación ni en lágrimas de
cocodrilo.
¡¡¡Escogieron
a Chávez hasta el 2019, que se j…!!!
Prefiero la
dureza del exilio que la ignominia de la sumisión a semejante cretino
vegetativo.
Joaquin Chaffardet
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