jueves, 25 de octubre de 2012

Jueves de economía, con Boris Ackerman *

¿Cómo invertir su dinero
en la educación de los hijos?

 

Dr. Boris Ackerman
Es claro que la educación que usted ofrezca a sus hijos será determinante en el futuro de sus finanzas personales; pero ¡cuidado!: al igual que en muchos temas no todo lo que brilla es oro y el juicio y la razón deben privar

Dos circuitos en la educación
¿Qué educación es la que se requiere? Bueno, hay varias maneras de responder. En la gran mayoría de los países existen, al menos, dos circuitos en la educación: el circuito de los éxitos y el de los fracasos.  Sobre todo, en países cuyos estados -gracias a su aplastante populismo- han decidido defraudar a las poblaciones ofreciendo sistemas de educación básica,  media y hasta superior, a los cuales el adjetivo estafa, les cuadra perfectamente.
¿Cuál es el circuito de éxitos? Casi siempre el de las clases medias altas y altas. El circuito de fracasos está relacionado socialmente con las clases bajas y menos pudientes. Pero, ¿es la gente menos pudiente, menos educada? ¿estudia menos horas? ¿estudia peor? ¿estudia otras cosas? Quizás sí, quizás no.
Probablemente la diferencia clave sea la forma cómo se dictan los programas -que son los mismos- y lo pendiente que estén los padres. Si usted no tiene recursos para mandar a sus hijos a estudiar en una institución costosa, puede hacer lo mismo que hacen la mayoría de los padres ricos: estar pendiente. Puede informarse sobre la forma de hacer las cosas de los colegios caros, su pedagogía y didáctica, los textos, cómo se dan las clases, se distribuye el tiempo, se plantean y resuelven tareas y problemas, se toman y corrigen exámenes. ¿Es difícil? Claro que es difícil, pero de eso depende la supervivencia de sus hijos, su movilidad profesional, económica y social, su crecimiento personal y su futuro.
Si usted ve que su hijo aprende sólo de memoria o que le enseñan mil técnicas, o mil casos, pero no sabe enfocar, conceptuar, plantear ni resolver problemas, eso irá de mal en peor: es el circuito de los fracasos. El estar en el circuito de éxitos en mucho depende de usted.
Ningún dinero gastado en educación es dinero desperdiciado o despilfarrado; si puede pagar un colegio un poco más caro, mudarse a una zona de mejores colegios, aún haciendo ciertos sacrificios económicos, vale la pena. No como gastar en fiestas, en ropa, en lujos o cosas superfluas.
La educación debe ser vista por el individuo como una inversión. Y probablemente, en el corto plazo cada persona deberá sacrificar algunos placeres de la vida -sobre todo antes de los 30 años- para completar su educación.
Prestigio de las instituciones
Hay instituciones educativas que gozan de amplia acreditación o reconocimiento social; otras no. Pero la decisión dependerá del mercado.
En los mercados ocupacionales de la economía formal, las empresas prefieren sus egresados y las instituciones reconocidas gozan de predicamento. Sin embargo, en el sector informal de la economía -de cada vez mayor tamaño en el mundo subdesarrollado-, el prestigio de la institución cuenta poco.
Por eso, más que recibir enseñanza en una institución reconocida, es importante que la educación le vaya a servir a usted en el futuro. Eso no implica necesariamente estar en una institución reconocida.  Si el interés suyo a futuro es hacer carrera dentro de una organización que cataloga a sus empleados como buenos o malos en función del lugar en donde estudiaron, sería importante pagar la prima por una institución reconocida. Pero no cuente con ese futuro si la sociedad donde vive se encuentra en proceso de informalización.
En esta situación será útil hacer algún somero cálculo financiero sobre los costos y beneficios de la educación: determinar cuantitativamente -aún de forma aproximada- cuánto se está pagando por la educación y cuánto adicional se va a recibir a cambio; es decir, el ingreso que va a significar el haber estudiado tal especialidad en tal escuela o instituto.
Examen de teorías alternativas
Incluso en las instituciones más reconocidas, usted no debe dejar de usar su juicio. Es decir: no reciba o acepte conocimiento o teoría alguna como dogma de fe. Asimile cada conocimiento, pero busque distintas interpretaciones. Y júzguelas.
Busque siempre enfoques y teorías alternativos. No tome lo que le dan como lo único en la materia. No escuche sólo una campana, la que le tocan. Inquiera, investigue, trate de informarse y documentarse más ampliamente sobre otras opciones, otras formas de explicar las mismas cosas, hipótesis diferentes. Qué ven otros elementos en los mismos hechos o acontecimientos. Esto es lo que los estadounidenses llaman to search the opposite view (buscar el ángulo opuesto.)
Entonces, una vez reunida toda esa información, compare. Y si ve que a su hijo le dan siempre clases en una sola orientación, considere cambiarlo de colegio: el unilateralismo es tan nocivo como la enseñanza repetitiva y memorística.
Si usted revisa las biografías de los creadores de las grandes fortunas históricas en Europa y EEUU, allá a fines del siglo XIX, va a descubrir algo interesante: esos tremendos empresarios no tenían diplomas. Algunos eran casi analfabetos. Y en cambio, muchos de sus descendientes, egresados de instituciones educativas reconocidas, fracasaron estrepitosamente. ¿Por qué? Porque creyeron que todas las respuestas y verdades estaban en las unilaterales teorías que recibieron y adoptaron como sagradas. Muchos hijos y herederos de hombres de fortuna han llevado a grandes empresas al fracaso y a la ruina, de una generación a otra. Simplemente, porque sustituyeron los conocimientos, criterios, sabiduría, experiencia e intuición de sus padres y antecesores, por teorías erróneas aprendidas como dogmas en centros de prestigio (muy costosos, por cierto).
En tiempos más recientes, destacan los casos de grandes empresarios como Steve Jobs, Bill Gates o Mark Zuckerberg. Dentro de sus hojas de vida, no aparece la obtención de título universitario alguno. La educación debe ser vista como herramienta y no como un  fin en sí mismo.

El doctor Ackerman, es profesor de pre y postgrado de las Universidades "Simón Bolívar" y Católica "Andrés Bello",  máster en administración financiera del IESA y columnista el Diario "El Mundo, Economía y Negocios".

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