Jueves de economía, con Boris Ackerman *
El socialismo le empobrece /II
Dr. Boris Ackerman |
Como ya hemos
visto, muchas de las políticas que podrían identificarse con el supuesto bien
colectivo que el discurso socialista pretende vender terminan por hacerlo más y
más pobre a usted, que de buena fe pone el valor de su esfuerzo para construir
su presente y futuro.
Pero no
conforme con empobrecer a las personas y limitarlas, el socialismo es capaz de
ir mucho más allá, tomando acciones que terminan por borrar del mapa el esfuerzo
y sacrificio de vidas enteras.
¿Cómo lo hace?
Una vez se
adueña del Estado, un gobierno socialista comienza a tomar medidas dirigidas a
la destrucción del ciudadano, al cual los socialistas observan como su enemigo.
En palabras sencillas, quien piensa libremente es un ser incómodo para quienes
buscan uniformar al colectivo. Eso de querer construir y asegurar un futuro
para sí mismo y para la familia le puede dar a una persona la capacidad de
pensar y actuar con independencia y es claro que a los socialistas eso no les
agrada, pues conocen la historia de los regímenes absolutistas previos al siglo
XVIII que cayeron debido a revoluciones
encabezadas por los ciudadanos. Para protegerse y construir los mecanismos de perpetuación
de sus modelos, los socialistas construyen una legalidad mediante la cual
aplastan las posibilidades y el futuro de libertad de muchos ciudadanos.
Propiedad privada
La existencia
de la propiedad privada ofrece a las personas una increíble libertad de acción,
incentiva las posibilidades de invertir el fruto de su esfuerzo en nuevas
alternativas de negocios, sin que exista mayor riesgo de perderlo por la
arbitrariedad de algún funcionario público. Esos negocios son creadores de
productos, de empleo y además demandarán bienes y servicios, brindando más
oportunidades a las personas.
La propiedad
brinda libertad pues permite a las personas disponer de sus bienes cuando y
como lo deseen y, con esos recursos, establecerse en otras localidades donde si
la misma propiedad privada existe, tendrán el derecho de adquirir otros
activos.
Para las
personas con ideología socialista, la propiedad privada es un obstáculo, pues
da oxígeno a las personas en cuanto a la posibilidad de vivir de lo que
produzcan sus bienes y de invertir sus excedentes. La dependencia y la
esclavitud de las mayorías o, al menos, el sometimiento a las ideologías es
necesario para que los modelos socialistas se perpetúen, de ahí el ataque a la
propiedad privada mediante numerosos mecanismos tales como las expropiaciones
injustificadas, los altos impuestos, las dificultades en los traspasos y
numerosas limitaciones en el uso y disposición de lo que a la gente le
pertenece.
Sin propiedad
privada, usted es más pobre. Independientemente de que tenga muchos bienes o
no, el no tener la seguridad de que al adquirirlos podrá luego venderlos,
impedirá numerosas actividades y le quitará oportunidades a futuro,
esclavizándolo y depauperándolo.
Leyes malas
El
intelectual Alberto Mansueti, en su obra Las leyes malas (y el camino de salida),
establece lo siguiente:
* Las leyes
deben ser juzgadas no por sus fines declarados, sino por sus efectos y
resultados reales, no siempre visibles ni de corto plazo, pero muchas veces
catastróficos;
* Sus beneficios
no operan del
modo en que supone
y alega cada
una en su exposición de motivos.
Sus beneficiarios no
siempre son los declarados, sino
los intereses especiales
en cuyo exclusivo provecho son negociadas y dictadas.
*consumidores,
a los trabajadores y a otras categorías y muchas veces perjudican hasta los
mismos supuestos defendidos e
indirectamente al público en general.
De esta
manera, se explica lo profusos que son los socialistas en la creación de leyes
malas que pretenden regular todos los aspectos de la vida humana. De hecho,
buscan normar todo para aumentar su control sobre la vida de las personas y
usted, como contribuyente, consumidor o trabajador, puede verse afectado por
estas al pagar más impuestos, al no obtener un producto debido a las excesivas
regulaciones o al ver mermado su salario por las numerosas contribuciones que
debe realizar la empresa en su nombre, sin que usted obtenga beneficio alguno
por eso, a menos que usted sea de los pocos privilegiados que han sacado
provecho a figuras como el Inces, el fondo habitacional o la ley de paro
forzoso. O quizás sea de los que se contenten con que lo recibido por concepto
de bono alimentario no tenga incidencia alguna en sus beneficios salariales y
no pueda destinarse al ahorro o la inversión.
Crisis recurrentes
Los estados
socialistas someten a la planificación central las actividades económicas de
los países. La ideología de sus pensadores los lleva a concluir que para hacer
que una nación avance es necesaria una planificación central que decida cuáles
actividades acometer y que planifique en detalle cualquier misión o labor del
ser humano.
El problema,
según el pensador Friedrich Hayek, es muy sencillo, los planificadores
socialistas carecen de la información suficiente para hacer las cosas con la
misma eficiencia del mercado y terminan por hacer una pésima distribución de
recursos que finaliza en crisis y miseria. Para muestra, basta mencionar los
colapsos que afortunadamente hicieron salir del sistema socialista a la Unión
Soviética y a todos los países de Europa Oriental.
Una forma que
tienen los socialistas de ganar popularidad es con el gasto descontrolado y
generalizado que concluye en la inmensa pérdida de poder adquisitivo de la
moneda.
Aunque en sus
inicios podría dar una idea de prosperidad pasajera, vea nada más la escasez y
el encarecimiento generalizado que ocurre en nuestro país y la crisis que está
a punto de ocurrir, la cual es total responsabilidad de los planificadores
socialistas que manejan la economía del país.
No dude en
ningún momento que esta coyuntura afectará el valor de su patrimonio y su
calidad de vida en el muy corto plazo y que los socialistas, como siempre,
culparán al ciudadano común. Acostúmbrese, los socialistas, en su infinita
ineptitud, son incapaces de asumir las responsabilidades de sus propias
acciones y decisiones.
*_El doctor Ackerman, es profesor de pre y postgrado de las Universidades
"Simón Bolívar" y Católica "Andrés Bello", máster en
administración financiera del IESA y columnista el Diario "El Mundo,
Economía y Negocios
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