miércoles, 27 de marzo de 2013




Ingeniero nuclear Leancy Clemente (*)
La grandeza de la ciencia
es producto de la grandeza
de sus científicos

El más grande científico venezolano

Aun con 99 años, el doctor Jacinto Convit, rinde frutos a la ciencia en el país.
Nuestros jóvenes y muchos otros no tan jóvenes ignoran que un venezolano recibió el  Premio John Scott, otorgado también a Marie Curie por el descubrimiento de la radiactividad, a Thomas Edison por la bombilla y a Alexander Fleming por la Penicilina.


Estuvo a la misma estatura de los grandes científicos del siglo XX al extremo que fue candidato por la NASA a ser nominado al premio Nobel de Medicina, lo cual no aceptó porque tenía que renunciar a su nacionalidad venezolana.
A la edad de 15 años un amigo de su papá, que tenía una fábrica, no podía arreglar una maquinaria porque el plano estaba en alemán, este maracucho pidió que le dieran una oportunidad y al siguiente día la maquinaria estaba funcionando.
Los grandes centros científicos se lo disputaron y termina en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), para contribuir al desarrollo de la Microscopía Electrónica que permitió, junto a su Bisturí de Diamante, analizar las muestras lunares.
Paradójicamente, un hombre que alcanzó exitosamente todo lo que se propuso no pudo hacer realidad el más sencillo de sus sueños, regresar a su suelo natal y aportar todo sus conocimientos al medio científico del país que lo vio nacer, un 18 de Febrero de 1924 en la población de La Cañada. Murió en Estocolmo el 17 de Marzo 1999.  Le sugiero al gobierno nacional que le dé el nombre  “Humberto Fernández-Moran Villalobos” a su obra más preciada: el IVIC.

Don Arístides Bastidas
Quienes hacemos el humilde intento de escribir sobre la ciencia y la tecnología tenemos la mejor referencia en el estilo y las enseñanzas de el gran venezolano que fue Don Arístides Bastidas, maestro de muchas generaciones de periodistas desde su cátedra de Periodismo Científico en la UCV, desde su cueva en El Nacional o desde cualquier sitio en el cual tenia la oportunidad de hablar sobre cualquier cosa relacionada con la ciencia y la tecnología.
Arístides nos enseño que temas muy difíciles podrían ser tratados con extrema sencillez porque lo mas importante contrario a mostrar tu conocimiento, era hacerse entender a cualquier nivel.
Su pasión residía en acercar la ciencia a todos; una vez me comentó que había escuchado a un médico en la televisión decir la siguiente expresión: “Un neonato con cefalea” y decía con cierta molestia que pudo haber dicho “Un recién nacido con dolor de cabeza”.
Era tal su dimensión que la UNESCO (La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) le reconoce su trabajo, en 1980,  con el premio Kalinga,  equivalente a un Premio Nobel,  el cual es otorgado anualmente a la persona mas destacada en la divulgación de la ciencia en el mundo.
Su meta era traducir la ciencia al lenguaje del pueblo y hacerla amena. Desde su columna “La Ciencia Amena” en El Nacional dicto una cátedra de como hablar de la ciencia a cualquier persona, haciéndola divertida y fácil de entender sin perder su exactitud y veracidad.

El Dr. Jacinto Convit o la Influenza no deben regresar.
Cuando el venezolano Jacinto Convit fue postulado en 1988 al Premio Nóbel de Medicina por descubrir la vacuna contra la Lepra sentimos que nuestro país se ubicaba en un lugar envidiable en la lucha contra las enfermedades endémicas, las cuales  han sido lugar común en los países del “Tercer mundo”. Como no conozco los países del segundo y no me gustan las terminologías tradicionales para dividir el mundo,  de acuerdo a criterios muy poco humanos (en vías de desarrollo. sub.-desarrollados, del primer mundo, etc.)  Prefiero referirme a los países menos favorecidos del  desarrollo. Voy a evitar este tema para otra ocasión y ceñirme a lo que en este momento nos angustia en toda la orbe. Es interesante ver que hay situaciones en las cuales no hay primer mundo, tercer mundo, países en vías de desarrollo o sub.-desarrollados, todos se ponen al lado de otro porque las bacterias “Son una torre de Babel”.
Era la época en que a los enfermos de lepra los trataban casi de manera inhumana; los llevaban muchas veces encadenados y en contra de su voluntad, separándolos de sus familiares y allegados. Ese trato prevalecía desde tiempos milenarios, cuando el terror al contagio se propagaba en todas las poblaciones. Vale recordar que en la antigüedad, a los enfermos de lepra o presuntamente enfermos, les ataban una especie de campana o sonaja que marcaba su acercamiento. Recuerda el doctor Convit sobre la llegada de un paciente leproso, encadenado, custodiado por guardias armados a quienes les pidió que lo soltaran,  pues no podría imaginar lo que era sentirse así. Inicia entonces su lucha no sólo contra la enfermedad sino contra el prejuicio.
La era de la Internet y las comunicaciones en tiempo real nos hacen sentir seguros en muchos aspectos que antes eran desconocidos por que el tiempo de llegada a nuestro conocimiento era tradicionalmente largo.
El renacimiento de la Influenza, una enfermedad secular que aparece,  sorpresivamente, nos enfrenta con la contradicción del tiempo y el espacio. No entiendo como una endemia, ya superada,  pueda revivir en un mundo en el cual la distancia se mide en metros y el tiempo en minutos.
Será que hemos subestimado las enseñanza de esos viejos maestros como el Dr. Convit que, por no tener la confianza que puede inspirar los sistemas actuales, tomaban medidas extremas para asegurase  que una bacteria, por muy eliminada que se supiera, podría resurgir y no había que confiarse.
Le dejamos a los grandes laboratorios un problema que ellos no tenían en su presupuesto.

Dr. Luis Razetti
Nace en Caracas el 10 de Septiembre de 1862. Fue un Médico Cirujano, de origen europeo que apoyó y logró una serie de avances en el progreso de la medicina venezolana. Se gradúa de Doctor en Medicina en la Universidad Central de Venezuela, es el que impulsa el llamado "Renacimiento de la medicina venezolana", en materia de enseñanza, centros de estudios y prácticas médicas en Venezuela. Una de las dos Escuelas de Medicina de la UCV lleva su nombre. Su nombre es también sinónimo del Código de moral médica, publicado en 1928, de repercusión continental. Junto con José María Vargas, Luis Razetti sobresale entre los grandes valores de la medicina venezolana.  Fallece el 14 de Mayo de 1932. Sus restos yacen en el Panteón Nacional desde el 23 de junio de 1982.
Dr. Cornelio Vegas
El partero de la casta tauromaquia de los Girón (Cesar, Curro y demás hermanos) sentía inclinación por la cultura alemana, buena copa y buen amigo, a pesar de ser el medico de cabecera de la aristocracia aragüeña disfrutaba atendiendo a sus pacientes pobres a los cuales, si no tenia la muestra medica le daba el dinero para comprar sus medicinas.
Se gradúo a los 21 años, cosa rara para la época y uno de los pocos médicos de tez morena en ejercer en clínicas alemanas. Se autodenominaba “Socialista de verdad” porque pregonaba que el verdadero socialismo hay que practicarlo 24 horas al día, no enunciarlo de 8 a 5 pm. Por algo el hospital general de Maracay lleva su nombre. El Dr. Cornelio Vegas, nació en Cumaná el 13 de enero de 1.911 y falleció en Maracay el 5 de enero de 1.989. En la Roma antigua, cuando moría un gran hombre, no se decía “ha muerto”, sino “ha vivido”. Así puede decirse del Dr. Cornelio Vegas, la muerte solo pudo arrebatarle nada más que su vida, hoy muchas personas acuden a su tumba a ofrendarle y pedir remedio para sus males. Hoy en vida, en donde ir a un hospital publico es cortejar con la muerte  y acudir a una clínica privada significa una posible bancarrota, ¡Cuanta faltas nos hacen unos cuantos Dr. Cornelio Vegas!
Dr. Rafael Reif
Un venezolano es nombrado Presidente del Instituto  Tecnologico de Massachusets en sustitucion de la Dra. Susan Hockfield.
El Dr. Reif nació en Maracaibo y se graduó de Ingeniero Electricista en la Universidad de Carabobo en 1973.
Entre 1973 a 1974 fue profesor adjunto en la Universidad Simón Bolívar.
Posteriormente se traslado a la Universidad de Stanford en donde obtuvo su doctorado en la misma especialidad en 1979.
Se unió a la facultad del MIT en 1980.
Durante su estadía en esa casa de estudios ha tenido importantes cargos tales como Jefe del laboratorio de Microsistemas y Jefe del Departamento de Ingeniería Eléctrica e  Informática, quizás,  el mas importante del mundo.
Últimamente, ha estado trabajando en el desarrollo de nuevas tecnologías  de tres dimensiones para circuitos integrados que no afecten al medio ambiente.
Es uno de los pocos científicos  latinoamericanos en recibir el premio al Joven Investigador, en 1984, el cual es otorgado por la Academia Nacional de Ciencia y la presidencia de los Estados Unidos.
Uno de sus mayores retos será la continuar con el desarrollo de la Nanotecnología, unos de los proyectos lideres del MIT y el cual proveerá al planeta de nuevas soluciones, a nivel molecular, en la medicina, producción de energía no contaminante y dispositivos electrónicos.
Actualmente vive en Newton, estado de Massachusetts con su esposa Cristina y sus dos hijos Jessica y Blake.

Científicos venezolanos trabajan en células madres

En el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas y en la Universidad Simón Bolívar están trabajando en fase experimental con dientes, líquido amniótico y grasa proveniente de la liposucción para desarrollar una herramienta que en el futuro será capaz de reparar muchos daños del cuerpo.

*El doctor Clemente, es ingeniero nuclear, egresado del Instituto Tecnológico de Massachusetts, de los Estados Unidos de Norteamérica y una maestría en esa prestigiosa institución. Se desempeñó como representante por Venezuela ante la Organización Internacional de Energía Atómica. Actualmente es presidente de la Sociedad Nuclear de Venezuela y profesor en su especialidad de varias universidades venezolanas y colaborador de varias publicaciones científicas en esta área. (Foto: Cortesía de Nuevas Noticias y Ciudadania)

Twitter: @PardeyBlogger        e-mail: pardeyblogger@gmail.com





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