Jueves de economía, con Boris Ackerman *
Arrópese hasta donde le llegue la cobija
La vida financiera de la mayoría de las personas se
fundamenta en el
déficit. Escuchamos con frecuencia la trillada frase "no me alcanza el
sueldo".
Dr. Boris Ackerman |
Para suplir esa limitación, mucha gente sale a buscar ingresos
eventuales, provenientes de pequeños trabajos, compra y venta de artículos o
negocios puntuales. Ese dinero extra termina gastándose normalmente en el
diario torrente que representan los desembolsos habituales.
Al mismo tiempo, terminamos trabajando mucho más, pues no solamente
asumimos los deberes de nuestros empleos; adicionalmente, para obtener un
ingreso extra, tomamos muchas más responsabilidades que implican mayor esfuerzo
sin que eso represente necesariamente una mejora significativa en nuestra
condición o seguridad financiera.
En lenguaje popular, el asumir esos trabajos extras o el "matar
tigres" conduce generalmente al recordado refrán "tanto nadar para
morir en la orilla". En consecuencia, si no se toman las acciones
adecuadas, el "rebuscarnos" terminará por agotarnos y desgastarnos
más, sin que eso nos conduzca a prosperar.
¿Y qué hacer entonces?
El paso clave para que a la larga los ingresos adicionales puedan
ayudarnos a mejorar nuestras condiciones de vida es medir más nuestros
desembolsos y no gastar más de lo que nuestra remuneración regular nos permita.
Usted, querido lector, con toda la razón se hará la siguiente
pregunta: ¿cómo hago si mis ingresos no me alcanzan?
La interrogante tiene sin duda muchas respuestas que hemos ido
atendiendo en semanas anteriores, todo es parte de una estrategia.
Una de las columnas anteriores hablaba de controlar gastos
recurrentes, es decir, aquellos que reducen nuestro presupuesto sin que
necesariamente generen mayores beneficios en nuestra calidad de vida.
Otra acción importante es la de evaluar la verdadera prioridad de los
gastos que ejecutamos, eso implica determinar si son indispensables,
obligatorios, importantes, útiles o placenteros.
Por ejemplo, si usted decide almorzar fuera, ese desembolso claramente
pertenece a la quinta categoría descrita.
Una vez tenga catalogados todos sus gastos en los cinco grupos, lo
adecuado es comenzar a recortar los consumos placenteros, luego los útiles,
después los importantes, posteriormente los obligatorios y, finalmente, si no
queda más remedio, también deberá reducir los indispensables.
Es muy posible que usted pueda darse cuenta de que si bien no le
alcanza el dinero, en buena medida esta insuficiencia se deba a la existencia
de desembolsos que posiblemente no sean en extremo necesarios y que podrían ser
disminuidos en forma más o menos significativa.
Una tercera acción importante en eso de arroparse hasta donde le
llegue la cobija es la de mentalizarse a llevar un buen control de sus gastos.
Una herramienta muy útil puede ser la de tomar nota de todos los desembolsos
que vaya haciendo y sumarlos al final del día, al final de la semana y al final
del mes. De esta manera, podrá contabilizar a dónde ha ido su plata y se dará
cuenta de dónde puede recortar.
Una vez que usted haya puesto en práctica los mecanismos que acabamos
de describir, viene la segunda parte que es la de evaluar de cuánto podrían ser
los recortes y si efectivamente le alcanzarán sus ingresos regulares.
Seamos pesimistas y supongamos que aún no son suficientes, pero que al
menos hemos logrado un poquito más de holgura en su situación, ahora los
ingresos eventuales podrán dejarle un respirito y quizás alguna capacidad de
ahorro o de inversión.
Si ha logrado dar ese gran salto, amigo lector, va muy bien
encaminado, entonces, cuando vengan esos ingresos extra, no se vuelva loco y no
empiece a gastarlos en tonterías, haga un plan de ahorro que deberá conducirlo
a un plan de inversión.
Plan de ahorro
Lo primero que debemos considerar es que el ahorro en una moneda que
se deprecia constantemente es por demás inútil. Mientras ahorremos siempre
vendrá un gobierno que nos quitará dinero de nuestro bolsillo a través de un
fenómeno denominado inflación y que luego terminará de rematarnos con las
repetidas devaluaciones.
Por eso, mi sugerencia es que ahorre en monedas o en bienes altamente
negociables que no se deterioren con la inflación, que no pierdan tanto de su
valor.
Si puede abrir una cuenta en divisas (siempre que la abra en un país
cuyo riesgo soberano sea bajo), ese es el principio de un proceso de ahorro, si
no puede apoyarse en este mecanismo, trate de juntar billetes en un lugar
seguro, hasta que la cantidad sea suficiente. El ahorro tiene como propósito
mantener el valor de su esfuerzo para poderlo disfrutar luego.
Plan de inversión
La inversión -a diferencia del ahorro- tiene una finalidad adicional
que es la de incrementar el valor de sus haberes. Para ejecutar un plan de este
tipo, nuestra sugerencia es tener los ahorros suficientes como para vivir unos
cuantos meses sin que se produzcan ingresos (digamos unos tres o seis meses).
Si se logra este excedente, el dinero adicional podrá ser usado en inversiones,
pero nunca caiga en el error de utilizar los recursos que podría estar
destinando a necesidades básicas para invertir.
En la inversión hay muchas alternativas, pero hay varios secretos y
máximas que nunca debemos olvidar:
1 Nunca ponga su dinero en algo que desconozca, invierta con bastante
información.
2 El rendimiento histórico de una inversión no le dirá nada de lo que
va a rendir en el futuro.
3 No vea solamente lo que se va a ganar, vea también el riesgo que
está tomando.
4 No hay nada gratis, no hay atajos, si algo es demasiado bueno para
ser verdad, tenga muchísimo cuidado pues no debe serlo.
5 No deje sus decisiones a otros, evalúe y piense, siempre los
conocimientos financieros pueden adquirirse y, si no los tiene, use su sentido
común y su experiencia, no deje que lo embauquen.
*_El doctor Ackerman, es profesor de pre y postgrado de las Universidades
"Simón Bolívar" y Católica "Andrés Bello", máster en
administración financiera del IESA y columnista el Diario "El Mundo,
Economía y Negocios".
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