lunes, 17 de marzo de 2014


Depresión en la infancia
y en la adolescencia

La irritabilidad suele ser más importante que el desánimo en las depresiones de los niños y de los adolescentes para su diagnostico
Parte II y final


El doctor Juan Romeu, PhD, en Medicina, y especialista en Neurología y en Psiquiatría y director del Gabinete Medico Psicológico de Barcelona, España, quien en la entrega pasada trato sobre la identificación de síntomas-guía que sirvieran para predecir el éxito de un tratamiento antidepresivo, según los seis síntomas-guía para el tratamiento de la depresión en la infancia y adolescencia, se refiere ahora a los tipos de depresión tanto endógena, reactiva y otras.
-Las psicopatologías clásicas solían estar más centradas en la descripción de los procesos que en su tratamiento. Ello es lógico porque la aparición de tratamientos psiquiátricos eficaces no tiene muchas décadas de vida. Complejas explicaciones fenomenológicas o psicodinámicas, así como clasificaciones arbitrarias (en las que se mezclaban criterios descriptivos con etiopatogénicos) son propias de las nosologías anteriores a la década de los sesenta, y siguen perviviendo con mayor o menor énfasis en bastantes tratados actuales.
Nosotros tomamos partido por las clasificaciones descriptivas como el DSM o el ICE X  (Guía Clínica para el Tratamiento de los Trastornos por el Consumo de Sustancias Estimulantes o sobre Diagnóstico del Estado Mental) y preferimos evitar clasificaciones inconsistentes o veleidosas. En el caso de la depresión infantil, con su amplia variabilidad, las clasificaciones podrían extenderse hasta el infinito. Nuestra postura es que toda depresión tiene unos factores endógenos (genéticos, bioquímicos) y unos factores exógenos (desencadenantes), y que todos ellos deben ser investigados y tratados en la medida de lo posible. Elegimos las clasificaciones de base clínica (especialmente a la manera del DSM) por su neutralidad doctrinal y por su objetividad.

Bases biológicas de los trastornos depresivos
Desde el descubrimiento de la acción antidepresiva de la imipramina, por Roland Kuhn en 1958, ha sido posible investigar las bases bioquímicas de los trastornos depresivos. Existe un problema de neurotransmisión, con déficit en la función neurotransmisora de la serotonina y/o las catecolaminas noradrenalina y dopamina. El fenómeno puede estar causado por un bajo nivel de síntesis de los neurotransmisores, un exceso de destrucción (por los enzimas monoaminoxidasa y/o catecolamin-orto-metil-transferasa), un exceso de recaptación por la primera neurona, una mala utilización por baja permeabilidad de los receptores de la segunda neurona, o un déficit de transmisión en esta segunda neurona (fallo del segundo mediador). Es razonable pensar que todos los mecanismos citados están involucrados, ya sea de forma primaria o secundaria. El estado actual de los conocimientos induce a pensar que sea cual sea el tipo de depresión, existe alteración bioquímica. En el DSM-IV sigue el criterio de no efectuar clasificaciones etiopatogénicas (por ejemplo: depresión endógena, exógena, reactiva, neurótica...) sino simplemente sindrómicas. De esta forma el origen queda sujeto a las circunstancias peculiares de cada caso individual (y a la particular concepción psiquiátrica de quien diagnostique).
La depresión es una enfermedad orgánica. Muchos de sus síntomas son psíquicos, pero otros (astenia, trastornos del sueño, falta de concentración, etc.) afectan a la esfera física. Las depresiones, todas las depresiones, tienen un claro componente bioquímico cerebral.
Desde 1978 y a través de los trabajos de Joaquín Puig-Antich (Director del Servicio de Investigación Clínica en Psiquiatría Infantil, Columbia University) se comprueba que las depresiones infantiles responden a similares parámetros biológicos que las depresiones en adultos.

Fuente para la elaboración de la entrevista:
Medicina 21 - Ediciones Farmave. Foto cortesía del Website Sanar.


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