Depresión en la infancia
y en la adolescencia
La irritabilidad suele ser más importante que el desánimo en
las depresiones de los niños y de los adolescentes para su diagnostico
Parte II y final
El doctor Juan Romeu,
PhD, en Medicina, y especialista en Neurología y en Psiquiatría y director del
Gabinete Medico Psicológico de Barcelona, España, quien en la entrega pasada trato sobre la identificación de síntomas-guía que sirvieran
para predecir el éxito de un tratamiento antidepresivo, según los seis síntomas-guía
para el tratamiento de la depresión en la infancia y adolescencia, se refiere
ahora a los tipos de depresión tanto endógena, reactiva y otras.
-Las psicopatologías
clásicas solían estar más centradas en la descripción de los procesos que en su
tratamiento. Ello es lógico porque la aparición de tratamientos psiquiátricos
eficaces no tiene muchas décadas de vida. Complejas explicaciones
fenomenológicas o psicodinámicas, así como clasificaciones arbitrarias (en las
que se mezclaban criterios descriptivos con etiopatogénicos) son propias de las
nosologías anteriores a la década de los sesenta, y siguen perviviendo con
mayor o menor énfasis en bastantes tratados actuales.
Nosotros tomamos partido
por las clasificaciones descriptivas como el DSM o el ICE X (Guía Clínica para el Tratamiento de los
Trastornos por el Consumo de Sustancias Estimulantes o sobre Diagnóstico del
Estado Mental) y preferimos evitar clasificaciones inconsistentes o veleidosas.
En el caso de la depresión infantil, con su amplia variabilidad, las
clasificaciones podrían extenderse hasta el infinito. Nuestra postura es que
toda depresión tiene unos factores endógenos (genéticos, bioquímicos) y unos
factores exógenos (desencadenantes), y que todos ellos deben ser investigados y
tratados en la medida de lo posible. Elegimos las clasificaciones de base
clínica (especialmente a la manera del DSM) por su neutralidad doctrinal y por
su objetividad.
Bases biológicas de los trastornos depresivos
Desde el descubrimiento
de la acción antidepresiva de la imipramina, por Roland Kuhn en 1958, ha sido
posible investigar las bases bioquímicas de los trastornos depresivos. Existe
un problema de neurotransmisión, con déficit en la función neurotransmisora de
la serotonina y/o las catecolaminas noradrenalina y dopamina. El fenómeno puede
estar causado por un bajo nivel de síntesis de los neurotransmisores, un exceso
de destrucción (por los enzimas monoaminoxidasa y/o
catecolamin-orto-metil-transferasa), un exceso de recaptación por la primera
neurona, una mala utilización por baja permeabilidad de los receptores de la
segunda neurona, o un déficit de transmisión en esta segunda neurona (fallo del
segundo mediador). Es razonable pensar que todos los mecanismos citados están
involucrados, ya sea de forma primaria o secundaria. El estado actual de los
conocimientos induce a pensar que sea cual sea el tipo de depresión, existe
alteración bioquímica. En el DSM-IV sigue el criterio de no efectuar
clasificaciones etiopatogénicas (por ejemplo: depresión endógena, exógena,
reactiva, neurótica...) sino simplemente sindrómicas. De esta forma el origen
queda sujeto a las circunstancias peculiares de cada caso individual (y a la
particular concepción psiquiátrica de quien diagnostique).
La depresión es una
enfermedad orgánica. Muchos de sus síntomas son psíquicos, pero otros (astenia,
trastornos del sueño, falta de concentración, etc.) afectan a la esfera física.
Las depresiones, todas las depresiones, tienen un claro componente bioquímico
cerebral.
Desde 1978 y a través de
los trabajos de Joaquín Puig-Antich (Director del Servicio de Investigación
Clínica en Psiquiatría Infantil, Columbia University) se comprueba que las
depresiones infantiles responden a similares parámetros biológicos que las depresiones
en adultos.
Fuente para la elaboración de la entrevista:
Medicina 21 - Ediciones Farmave. Foto cortesía del Website Sanar.
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