viernes, 26 de julio de 2013

Economía

El laberinto de la asimetría
en la información (*)

Dr. Boris Ackerman
Hoy en día el viejo vocablo rumor ha sido sustituido por el moderno y remozado término de matriz de opinión.
Tomando en cuenta que la información es primordial para el funcionamiento adecuado de la distribución de bienes, servicios, divisas, títulos valores o viviendas, resulta claro que quien logre "crear" la información, censurarla o al menos manipularla, se hará muy rico a costa de los demás, y de eso, mi querido lector, debe estar consciente.
Vamos a ver cómo se puede crear, censurar o manipular información en los mercados.

Crear información
Hay muchos mecanismos para crear información. El más antiguo es la difusión de rumores y estos rumores son en principio inventados por algunos malintencionados que lograrán que unos cuantos estúpidos chismosos los divulguen y los hagan llegar a los actores de los mercados, quienes sobre reaccionarán, causándose quizás graves daños, pero beneficiando a quienes inventaron el rumor. Uno de los más viejos casos en ese sentido es la difusión anticipada de una posible escasez; en ese caso, lo que ocurre es que quien originó el rumor es porque ya ha adquirido bastantes unidades del producto que "va a estar escaso", luego difunde el rumor y hace que la gente adquiera en forma desesperada ese producto logrando obtener grandes ganancias gracias a la histeria colectiva.
Hoy en día el viejo término rumor ha sido sustituido por el más moderno y remozado de la matriz de opinión, en donde los intermediarios pasan a ser de estúpidos difusores de rumores a tontos útiles convencidos de que lo que difunden es la absoluta verdad; por supuesto que una matriz de opinión puede ser muchísimo más poderosa que un simple rumor.

Censurar información
A muchos gobiernos,  autoridades y a algunos empresarios inescrupulosos,  les encanta censurar la información. Cuando esta no les conviene, la ocultan, prohíben su difusión, castigan a quien la difunde y, en el mejor de los casos, la demoran. En términos de dinero cuando se censura una información, la razón es sumamente clara: lo que se desea es tener el tiempo necesario para actuar primero y que los demás queden fuera del juego. 
Por ejemplo, si se trata de datos macroeconómicos, quizás sea conveniente que no se sepan al menos por un tiempo para que los allegados a la camarilla con poder puedan tomar las decisiones acertadas. Si se sabe que hay necesidad de devaluar una moneda, lo conveniente es que los allegados lo sepan y puedan hacer ganancias de eso, por ejemplo pidiendo prestado, comprando otras monedas y vendiéndolas una vez se produce el ajuste.
Una ley que, por ejemplo, prohíba la difusión del precio del dólar es una clara censura, posiblemente destinada a que quienes sí tengan acceso a la información real hagan millones gracias a la asimetría creada por la legislación, pues sabrán manipular al resto de la población desinformada vendiendo caro y comprando barato.

Manipular información
Las personas inescrupulosas también pueden lograr obtener grandes beneficios gracias a la manipulación de la información; es decir, presentando la información en forma parcial, alterada, insuficiente o sencillamente inclinada a favor de sus intereses. La manipulación logra que otros se confundan y actúen en forma equivocada, mientras que quienes manipulan y sus amigos, harán lo correcto. Un caso típico de esta actuación ocurre cuando la información financiera de una empresa o proyecto no es expuesta en la forma correcta. Un ejemplo de esto fue lo que ocurrió hace algunos años con la empresa Worldcom, donde se mostraban gastos como si fueran activos o propiedades; mientras se mantuvo la manipulación, las ratas pudieron huir del barco,  pero quienes fueron víctimas de la información manipulada terminaron pagando los platos rotos.
Otro caso que ilustra muy bien el tema es la de los vendedores de casas en los Estados Unidos en tiempos previos al estallido de la burbuja inmobiliaria. Estos señores sabían que algo andaba mal y  tenían bien claro que los precios de los inmuebles estaban sumamente inflados, pero siguieron forzando las ventas hasta el último día tratando de convencer a los incautos de que el alza en los precios iba a continuar. Y lo hicieron enviando boletines de "brillantes analistas" que opinaban sobre la "segura" continuidad de los incrementos en los precios de bienes raíces.
Quizás, un ejemplo más cercano a nosotros sea el de algunos "expertos" que difundieron públicamente que la subasta del Sicad  estaría en niveles de entre Bs. 16 y Bs. 20. De ahora en adelante, a esos individuos no hay que creerles ni el Padre Nuestro.
Todos este tema de la información nos conduce a tener que reflexionar siempre sobre la fuente que nos da la información y, más aún si la información proviene de una fuente "confiable", estaremos en la obligación de constatar por todos los medios a nuestra disposición, la veracidad de lo que recibimos. En adición, estamos obligados a ser incrédulos y a poner en duda cualquier dato que no tengamos posibilidad de chequear a través de fuentes y mecanismos que carezcan de intereses  y, la verdad querido lector, encontrar una fuente de información desinteresada es tan difícil como conseguir una aguja en un pajar.

¿Por qué la información pública vale poco o nada y hasta a veces es contraproducente?
Luego de analizar algunas de las formas en que podemos ser víctimas de la información malintencionada, no resulta para nada difícil concluir que casi toda la información pública tendrá, al menos, cierto grado de manipulación.
La otra razón por la cual la información pública carece de valor es porque la información vale en función de los beneficios que podamos obtener de esta. Cuando la información es manejada por muchas personas al mismo tiempo la posibilidad de obtener beneficios de esta será nula, pues independientemente de su importancia, de ser cierta, los mercados se adelantarán y no habrá oportunidad de obtener beneficios gracias a los nuevos datos que aparecen.
Por ejemplo, si sale la información de que las lluvias han acabado con una cosecha, lo más seguro es que el precio del bien escaso se ajustará en forma inmediata, y no dará tiempo de comprar la mercancía a un precio menor antes de que suba para luego venderlo más caro.

*_El doctor Boris Ackerman, nuestro columnista invitado, es profesor de pre y postgrado de las Universidades "Simón Bolívar" y Católica "Andrés Bello",  máster en administración financiera del IESA y columnista el Diario "El Mundo, Economía y Negocios".


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