sábado, 27 de julio de 2013

Ciencia & Religión

¿La partícula de Dios? (*)

Ingeniero Leancy Clemente

Es frecuente pensar que la ciencia es, de alguna manera, “inquina” de la religión.
Quienes practicamos la ciencia y a la vez el catolicismo tenemos muchas decisiones que tomar.
Muchos exigen, que junto con la teoría de Charles Darwin se enseñen concepciones religiosas, como el creacionismo o el llamado “diseño inteligente”, esgrimen el argumento de que no se debería excluir a la religión del salón de clases.
Esto no quiere decir que la ciencia se oponga a la enseñanza religiosa. Simplemente, intenta evitar que el pensamiento religioso se confunda con el científico. Mientras que la religión se basa en conocimiento revelado, recibido directamente de la divinidad, por medios que no pueden expresarse a través de la razón (el creyente sabe que sabe, aunque no sepa cómo lo sabe), la ciencia produce conocimiento sobre la naturaleza, y para ello se basa en la observación, la experimentación, la discusión y el razonamiento lógico (el científico cree saber, aunque sí sabe por qué cree lo que cree).
Aunque las religiones pueden cambiar, su naturaleza revelada les impide evolucionar, en el sentido en que sí lo hace la ciencia: encontrando explicaciones nuevas y mejores que continuamente sustituyen a las antiguas. Los dogmas religiosos, en cambio, son verdades eternas que no pueden ser refutadas.
Mientras que la religión se basa en la fe (creer en algo sin necesidad de pruebas), en ciencia el escepticismo es un valor central: para aceptar algo, se requieren necesariamente pruebas convincentes. Por ello una educación científica, que fomenta el escepticismo, puede chocar con la formación religiosa, que valora y promueve la fe.
Finalmente, mientras que la ciencia se limita a estudiar el mundo natural, la religión abarca no sólo el mundo físico, sino también el de lo espiritual. Para fines científicos, no hay razón para suponer que exista nada más allá del mundo físico; la ciencia es, por necesidad, naturalista, y de entrada desecha cualquier suposición que involucre fenómenos sobre-naturales.
En realidad, ciencia y religión no son enemigas, aunque sí son distintas y quizá, en gran medida, incompatibles. Lo cual no quiere decir que una busque eliminar a la otra. Después de todo, tampoco el arte ni el amor son, afortunadamente, explicables desde un punto de vista racional y científico.
Es por eso que mantengo mis prácticas religiosas católicas independientes  de aquellas científicas.
Traigo a colación esta relación “Ciencia-Religión” en vista que el ultimo gran descubrimiento de la física nuclear “El Boson de Higgs”  se le ha denominado, erróneamente,  “La partícula de Dios” y este calificativo ha suplantado su nombre original.
El anuncio fue hecho por el Consejo Europeo de la Investigación Nuclear ubicado en la frontera de Francia y Suiza. Es el mayor laboratorio de investigación en física de partículas a nivel mundial.
Fundado en 1954 por 12 países europeos, el CERN es hoy en día un modelo de colaboración científica internacional y uno de los centros de investigación más importantes en el mundo. Actualmente cuenta con 20 estados miembros, los cuales comparten la financiación y la toma de decisiones en la organización. Aparte de éstos, otros 28 países no miembros participan con científicos de 220 institutos y universidades en proyectos en el CERN utilizando sus instalaciones. De estos países no miembros, ocho estados y organizaciones tienen calidad de observadoras, participando en las reuniones del consejo. Maneja un presupuesto de casi 1.000 millones de Euros.

¿Porqué éste descubrimiento es tan importante?
Los científicos siempre han tratado de comprender y explicar de qué están hechas las cosas y como permanecen unidas. En ese camino han establecido que la materia está compuesta por moléculas y éstas de átomos.
Dentro de estos átomos hay otras partículas más pequeñas como las que componen el núcleo, protones y neutrones, los electrones (que lo orbitan), los quarks, etc. Para encontrar nuevas partículas, los científicos las aceleran a una gran energía y las hacen chocar entre ellas en grandes colisionadores como el ubicado en el CERN, el más grande del mundo con un perímetro de 27 Km a 100 metros bajo tierra. Como la energía y la masa deben conservarse, cuando falta una parte al final del proceso, los físicos saben que debe haberse creado una partícula nueva. Así se dedujo la existencia de otro personaje que se ha hecho muy popular últimamente, el famoso neutrino. Y así se busca el Bosón de Higgs.
En cuanto a la forma en que se unen las cosas, después de muchas investigaciones sabemos que existen cuatro fuerzas fundamentales: la de la gravedad (la que hace que al pegar un saltito vuelvas a caer al suelo), el electromagnetismo (que permite funcionar a los motores y a los teléfonos móviles), la fuerza nuclear fuerte (que mantiene unido el interior del núcleo de los átomos) y una cuarta fuerza conocida como fuerza nuclear débil y que aparecía en algunos procesos concretos, como el que se produce en los elementos radiactivos, como el uranio o el plutonio.
Muchas de esas partículas tienen masa, se pueden ver y tocar (Hipotéticamente) y hay otras que no tienen masa como el Fotón.
La pregunta que surgió entonces era aún más interesante. Ya sabíamos de qué están hechas las cosas y cómo permanecen unidas pero, ¿por qué tienen masa las partículas?
En 1964, un físico británico llamado Peter Higgs propuso una solución que otros desarrollarían más tarde: existía un campo, invisible pero presente en todo el universo desde el Big Bang, que era el responsable de darle masa a las cosas. ¿Cómo lo hacía?
Para entenderlo, necesito que te imagines el universo como una gigantesca piscina. Todo lo que avanza en el agua se encuentra una resistencia, luego el agua (el campo de Higgs) es lo que les da la masa. Unas partículas encuentran mucha resistencia (tienen más masa) y otras no encuentran ninguna (como los fotones, la luz). Igual que el agua está compuesta de moléculas, ese campo de Higgs está compuesto de una serie de partículas hipotéticas, las conocidas como bosones de Higgs.
Establecer su existencia no ha sido fácil, su tiempo de vida es de una “Billonésima” de segundo.
En la ecuación que explica la existencia de la materia, su comportamiento y aplicaciones en el mundo moderno el valor del Boson de Higgs es determinante y la resolución de esta ecuación (si la pongo aquí tomaría mas de 10 líneas) explicaría todos esos fenómenos.
Los científicos del CERN siguen optimistas en la búsqueda de un valor de esta partícula.
El conocimiento de la materia nos ayuda a explicar porque el Oro es un material precioso, el diamante el de mayor resistencia, el Silicio y el Germanio eran los adecuados para los transistores,  el Agua es el mejor conductor de la electricidad, el uso del Uranio, Plutonio y Torio para producir energía nuclear, el Titanio para prótesis humanas, el Aluminio como material importante en la aviación y así sucesivamente. Ahora sabemos porque construimos un avión con Aluminio y no en Hierro. Y porque no usamos un collar de Azufre pero si de Oro.
Siempre he tratado de resaltar el valor de nuestros profesionales (Fernández Moran, Convit, Arístides Bastidas, Cornelio Vegas, Rafael Reif, el negro Tovar Blanco del HOSPIMIL) y ahora nos toca exaltar el valor de una egresada de nuestra Simón Bolívar, la candidata a Ph.D (Doctorado) Bárbara Millán Mejías.  Conforma parte del equipo de científicos nucleares del CERN.
Su humildad hace que exprese que, haberse tropezado con el Dr. Higgs en el cafetín,  es más importante que contribuir con la alineación del detector de partículas. Esta clara que la partícula de Higgs es la única faltante de una serie de teorías que estudian y explican cómo funciona el Universo.
Con el apoyo de su familia logró ingresar al CERN. El mayor centro mundial de investigación en física nuclear se convirtió en un reto. Atraída por la presencia de muchos científicos laureados con el Premio Nobel, ser el centro donde se inventó la Word Wide Web y un gran contribuyente en el tratamiento del cáncer,  se constituye en el lugar ideal para su desarrollo científico.
Ella está convencida que desde allí surgirá, eventualmente, la gran solución energética del mundo, la “Fusión Nuclear”.  En una próxima entrega voy a desarrollar este tema. Que esperan nuestras instituciones para apoyarse en  esos recursos humanos que están en los mejores centros de investigación y desarrollo del mundo (MIT y CERN) para nuestro desarrollo propio.
Hace pocas semanas escribí sobre los 19.000 estudiantes que rechazaron la postulación para estudiar Física, Química y Matemáticas.
Bueno, Muchachos, las palabras huelgan.
Véanse en ese espejo.

*  El doctor Leancy Clemente, nuestro columnista invitado y autor de esta columna, es ingeniero nuclear, egresado del Instituto Tecnológico de Massachusetts, de los Estados Unidos de Norteamérica y una maestría en esa prestigiosa institución. Se desempeñó como representante por Venezuela ante la Organización Internacional de Energía Atómica. Actualmente es presidente de la Sociedad Nuclear de Venezuela y profesor en su especialidad de varias universidades venezolanas y colaborador de varias publicaciones científicas en esta área.










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