jueves, 27 de septiembre de 2012



La ciencia en nuestras manos

El siglo XX marcó para la historia de la humanidad, la cúspide del conocimiento científico y tecnológico. En los últimos 50 años de esta centuria, el avance de esos conocimientos -tanto cualitativo como cuantitativo-, ha sido tan arrolladores que los descubrimientos y la inventiva supera con creces los logros obtenidos por el hombre en los más de dos milenios de la Era Cristiana.
La ciencia y la tecnología están presentes y nos acompañan en todos y cada uno de nuestros actos. Sin embargo el privilegio de saber lo que encierra la disciplina científica pertenece a una élite, a unos superdotados llamados investigadores, quienes conscientes del rol que deben cumplir en la sociedad han abierto las puertas de su "cúpula de cristal" que contiene ese caudal de conocimientos a la colectividad para revelar lo que está ocurriendo.
Pero aquí la gran interrogante: como llevar al gran público, en un lenguaje comprensible y ameno, desprovisto del ropaje cientificista con que hablan los investigadores, los nuevos adelantos obtenidos en los campos de la salud, del medio ambiente, de la electrónica, de la química, de la biología, de la física, de la informática, entre otros.
El investigador como hombre de ciencia tiene el conocimiento, el periodista como pilar fundamental de la comunicación maneja un lenguaje accesible al público que no entiende el léxico de los investigadores.
El comunicador social dedicado a la divulgación del conocimiento científico debe descodificar el lenguaje del investigador y para ello debe poseer una sólida formación en el campo de la comunicación y de la ciencia.
Su misión final es colocar "la ciencia en lengua diaria" como lo definió una vez el apóstol de la libertad cubana José Martí.

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